3 oct 2017

Borrón y viejas cuentas




Te borre de mi libro de cuentas
Te libre de mi afán de cuentos
Te deje de contar, 
deje de contar
Contigo.

Amorío




Amorío.
Para hablarte amarillo, amor, tenemos que salir al patio. Hoy es un buen día para ello, sentirás un calor que no es él de mi mano. Es el sol, amor, esta caricia amarilla que alisa tus párpados.

Para hablarte amarillo, amor, freí un huevo y su yema explota ahora, en tu boca. Con la mano que no te toca, paseo una cerveza de tus labios a los míos. Burbujea, amor, el amarillo te cosquillea la lengua.   

Para hablarte amarillo, amor, partí un mango en canal, abrí la jaula del canario, deshojé girasoles, apagué un cigarrillo y te doy mis dedos para oler.  Frunces la nariz. El amarillo duele en el hígado, amor, duele cuando es pálido, duele en los escenarios y en los barcos; duele cuando deviene cirio, mancha, sudario. Se duele, amor, cuando no logra brillar, cuando es blanco arrepentido, cuando su trino se cansa “illo, illo, illo” y muta “iento, iento, iento”.

Volvamos a casa, amor. El sol está tapado, el canario está ronco, la cerveza se acabó, el mango es puro hueso, el huevo, cáscara, el girasol se marchita.

Volvamos a casa, amor, en tu oído soplaré desiertos, ojos de gato, ágatas, tierras yermas; playas doradas y metales hermosos. Te amarillo, amor, vamos a lustrarnos.